Uno de los principales impactos que tiene una instalación de aire comprimido proviene de su alto consumo de energía, lo cual se traduce en una elevada huella de carbono. Para aquellas empresas con metas de reducción de emisiones, y que a la par buscan tener un buen control presupuestal, tener un enfoque de servicio eficiente y proactivo, puede no solo ahorrarle unos varios miles de dólares al año, también unas cuantas toneladas de emisiones.
Del costo total de propiedad de un compresor, el 76% equivale al consumo de energía. Pensemos en un compresor regular que opera 8,000 horas en un año a 500 kW de potencia. Durante un año, consumirá cerca de 4 millones de kWh y emitirá más de 2,800 toneladas métricas de CO2. Desde esta perspectiva, es realmente impresionante el impacto que puede tener un solo compresor. Ahora, multiplíquelo por la cantidad de equipos en su operación.